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Jueves, 21 de Abril, 2005
Historia del Golf en España
Historia del Golf en España (11): Ilustre alumbramiento, nace El Prat
El campo barcelonés se convirtió muy pronto en referencia principal del golf español y europeo

Barcelona, a finales de 1954, era todo un hervidero. Bien es cierto que ya había varios campos de golf en los alrededores de la Ciudad Condal –Sant Cugat, Terramar, Llavaneras–, pero la inminencia de la inauguración de unas nuevas instalaciones a escasísimos kilómetros del centro, junto a la playa, en las proximidades del aeropuerto, constituía todo un acontecimiento que nadie se quería perder, fuera o no aficionado al golf.

Fue el 26 de octubre del citado 1954 cuando el Ministro del Aire –no en vano la gran parte de los terrenos donde estaba ubicado pertenecían a esta institución– puso la primera piedra de la Casa Club de El Prat, una sociedad destinada a convertirse en punto de referencia obligado del golf español y europeo por el empeño puesto desde el primer momento por sus responsables.

Al acto asistieron asimismo las principales autoridades políticas de Barcelona y de El Prat de Llobregat, así como el Delegado Regional de la Federación Española de Golf, la Junta Directiva del Club y un nutridísimo número socios ávidos por golpear la bola sobre los aterciopelados greenes de este nuevo campo. Para realzar aún más el acto, la ceremonia estuvo bendecida por el párroco de El Prat, que recorrió como todos los presentes las 10 calles y 11 greenes que en aquel mismo momento ya estaban sembrados, lo que permitía pensar que ya se podría jugar en la primavera de 1955.

La sensación general era de honda satisfacción. El recorrido diseñado por el prestigioso Javier Arana respondía con creces a las expectativas, y en cuanto a la Casa Club todo estaba dispuesto para que aquellas instalaciones resultaran de ensueño para todos sus socios. Estaba prevista la construcción de una magnífica piscina que complementaría a la perfección a aquellos que quisieran además darse un baño en la misma playa.

El recorrido propiamente dicho discurría entre pinos, sobre terreno arenoso, al estilo de Chiberta, con dos hoyos paralelos al mar, un paisaje del que igualmente se iba a disfrutar desde la Casa Club, estratégicamente situada junto a los greenes del 9, del 18 y del 12 y de los tees del 1 y del 10.

Los responsables de El Prat estaban particularmente satisfechos del moderno sistema de riego instalado por todo el campo, a base de tres pozos artesianos con sus respectivas bombas que eran capaces de bombear 100.000 litros de agua a la hora a cinco atmósferas de presión que alimentaban por medio de tuberías unos aspersores portátiles que lanzaban el liquido elemento en forma de lluvia a más de 30 metros de distancia.

Llegado ese momento todos eran consciente de la importancia de este alumbramiento. Restaba la construcción de la Casa Club –obra por cierto de los arquitectos Terradas y Coderch de Sentmenat– y la culminación de unos cuantos hoyos, pero la tremenda ilusión que rezumaba en los rostros de todos los presentes permitían intuir que El Prat iba a constituir un extraordinario éxito. Y así fue, a fe que así fue al poco tiempo.

Sebastián Miguel se impone en el Open de España

Este importante acto social desvió durante algunas semanas la atención sobre cuestiones puramente deportivas que igualmente acontecieron durante el último tercio de aquel 1954. Fue el caso, por ejemplo, de la celebración del Open de España, que ganó brillantemente Sebastián Miguel en competencia con los más famosos ases europeos. Aquella gesta tuvo lugar en Puerta de Hierro, con más de 3.000 personas siguiendo las evoluciones de los jugadores, una cifra nada desdeñable para la época.

Sebastián, sin embargo, no lo tenía fácil, sobre todo porque hasta Madrid se desplazó el inglés Faulkner, ganador del título en las dos ediciones anteriores; sus compatriotas Dai Rees y Eric Brown, triunfador en el Open de Portugal del año anterior; los franceses François Saubaber y Jean Garastialde; los italianos Alfonso Angelini, Ugo Grappasonni y Aldo Casera; el belga Flory Van Donck..., así como, curiosidades de la vida, el norteamericano Fergus Anderson, un golfista amateur que era ¡¡campeón mundial de motociclismo!!

Semejante plantel de estrellas generaba temor entre más de un aficionado español, si bien Sebastián Miguel se encargó de desterrar esa sensación desde el primer momento gracias a un juego espectacular que en la primera ronda se tradujo en una tarjeta de ¡¡62 golpes!! La estupefacción general dio paso a todo tipo de alabanzas conforme transcurría la competición, con un Sebastián tocado por la varita de los dioses que no hacía otra cosa que acumular birdie tras birdie antes de proclamarse campeón con 6 golpes de ventaja sobre... su hermano Ángel, un resultado de cine que contribuyó a impulsar al deporte del golf en aquella época.

Joven promesa de largo recorrido

En aquel final de 1954 la atención se centró asimismo en la celebración del Campeonato de España Infantil en el Real Golf Club de Zarauz, que contó con la participación de diez niños y cuatro niñas, ¡¡lejos sin duda de las inscripciones masivas que caracterizan la competición actual que designa al mejor jugador infantil de nuestro país!!

Sea como fuere, todos se prestaron a ofrecer lo mejor de sí mismos en una competición que en aquella época se disputaba al mejor de 18 hoyos, como prescribía el Reglamento, efectuándose la salida de ambas categorías desde los tee de señoras. En el campeonato femenino la escasez de las participantes permite ahora su enumeración completa: Begoña de Artola, Maribel Girod, Chanito de Abaitúa y Ana María de Leva. Begoña, con sendos 53 golpes por cada 9 hoyos, se llevó el premio en cuestión, seguida a 10 impactos por Maribel Girod.

Por su parte, el torneo masculino fue reñido, pero un jovencito de San Sebastián, que ya por aquel entonces era calificado como una futura promesa por los más entendidos, se encargó de dinamitar la competición en la primera parte del recorrido.

Luis Álvarez de Bohorques, que así se llamaba el chaval donostiarra, sentenció en la práctica el campeonato al presentar una tarjeta de 37 golpes en los 9 primeros hoyos, un registro de lujo que convirtió en baldíos los esfuerzos de Manuel Cardenal de Abaitúa, segundo clasificado al final, a 3 golpes del nuevo campeón a pesar de que consiguió superarle (43 por 45 impactos de Luis) en los nueve últimos hoyos. Ricardo Muguruza, Álvaro Arana, José Ignacio de Artola, Víctor de Chavarri, Jaime de Soto, José de Leva... afrontaron asimismo las intrínsecas dificultades del campo de Zarauz.

“Este chico va a hacer muchas cosas en el golf”, decían algunos, con carácter premonitorio, refiriéndose a Luis Álvarez de Bohorques sin saber en aquel entonces que sus apresurados juicios se iban a cumplir a rajatabla. No en vano, Luis Álvarez de Bohorques continuó exhibiendo durante los siguientes años un golf preciso y seguro que le llevo directamente a los equipos nacionales de golf, representando a España en numerosas competiciones internacionales.

A su currículo, además, adhirió la Copa Nacional Puerta de Hierro de 1963 y el Internacional de España de 1965, amén de dos hoyos en uno que de remate completaban una hoja de servicios que se deslizó por el lado organizativo también desde muy pronto. Y es que Luis Álvarez de Bohorques ingresó en la Federación Española de Golf en 1966, pasando a ocupar la Vicepresidencia en 1971, dirigiendo expresamente el Comité Técnico de Aficionados.

Miembro de la Comisión Permanente y del Comité Administrativo, creador del Open de Madrid de Profesionales, fue nombrado Secretario General de la RFEG en 1980, un puesto relevante desde el que durante los últimos 25 años ha impulsado con enorme energía al golf en nuestro país. “Este chico va a hacer muchas cosas en el golf”. Pitonisos, desde luego, tiene también este mundillo.

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