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Miércoles, 21 de Agosto, 2019
Campos y Hándicaps
Conocemos nuestros campos: Castropol Golf, ¿el Bethpage Black asturiano?
Este campo de 9 hoyos asturiano tiene el par tres y el par cinco más largos del Principado de Asturias

Este es un campo extremadamente difícil que sólo recomendamos a jugadores muy expertos”…Por supuesto este cartel, traducción del famoso que da la bienvenida al primer tee del Bethpage Black, el legendario campo neoyorquino donde ha disputado esta temporada el PGA Championship, no está colocado en Castropol Golf.

Pero desde luego, además de su espectacular belleza natural, y de que cualquier persona con cualquier hándicap va a divertirse, es todo un reto para cualquier golfista si quiere cumplir con su hándicap, o, para los jugadores muy expertos, simplemente cumplir con el par del campo.

Situado en un enclave excepcional, en la parroquia de Tol, municipio de Castropol, paso obligado de la Ruta Norte del Camino de Santiago, a tan solo 5 minutos de las playas de Tapia, Serantes, o Peñarronda y a un cuarto de hora de la espectacular playa de Las Catedrales, este campo de 9 hoyos sorprenderá a cualquier jugador, independientemente del hándicap que posea.

Como aperitivo, tras pegar unas bolas en el coqueto campo de prácticas de 170 metros de longitud, amurallado por enormes setos de leylandis, uno llega al primer hoyo, Par 3, de 163 metros. Fuera de límites a ambos lados. Obstáculo de agua enfrente del elevado green. Bunker de arena a la derecha de éste y pared de seto apenas diez metros detrás de la bandera…¡Buena suerte! Sobre todo si no sopla el temible Nordest. Entonces habrá que pensar en dos o tres palos más si se quiere llegar a la bandera.

Después del susto inicial tenemos 3 hoyos relativamente fáciles. Relativamente porque son pares 4 cortos, aunque, como todos los del campo, con greenes en alto, protegidos por agua o arena y con el añadido de algún ciprés, álamo, roble o pino en medio de las calles.

Las garras del Castropol Golf vuelven a asomar en el quinto hoyo: 355 metros, los primeros 190 cuesta arriba. A esa altura nos encontramos con un obstáculo de agua a la derecha y dos altísimos pinos en el centro. Para los pegadores que logren sortear ambos impedimentos, aún tendrán que dar un buen hierro para alcanzar el green. A unos cincuenta metros antes de llegar a éste, nos encontraremos con un frondosísimo roble a la izquierda y a la derecha, un obstáculo de agua. Detrás del green otra pared de leylandis.

Respiramos un poco en el sexto, un par 5 con generosa calle y los 130 últimos metros en bajada, aunque el green, por supuesto elevado, está rodeado en casi tres cuartas partes por agua.

En el séptimo, a no ser que sople el Nordest, esta vez favorable, va a ser difícil llegar al green de tres. Nada menos que 542 metros, el par 5 más largo de Asturias. Para hacerlo más “interesante” los primeros 200 son cuesta arriba con un búnker a la derecha y un árbol a la izquierda al llegar al final de ese tramo cuesta arriba. Los que lleguen con la madera a esta zona se encontrarán con otros 350 metros hasta llegar al green.

Durante este trayecto habrá fuera de límites a la izquierda y una hilera interminable de altísimos álamos a la derecha. En medio de la calle dos obstáculos de agua. El green elevado protegido por agua por detrás…Los buenos pegadores que mantengan la bola en la calle tendrán un tercer golpe con un hierro medio. Hacer un par aquí sienta como un birdie por lo menos.

El hoyo 8 es un dog leg de 90º y 321 metros de longitud. Fuera de límites por la derecha todo el recorrido y por la izquierda durante los 150 metros iniciales. Obstáculo de agua a la derecha del green en alto y búnker a su izquierda.

La guinda del pastel es el último hoyo: par 3 de ¡215 metros!. De nuevo el más largo de los que existen en los 13 campos asturianos. El seto de leylandis acompaña durante ese cuarto de kilómetro toda la franja izquierda de la calle y, si lo sobrepasamos estamos en fuera de límites. El lado derecho, que se va ensanchando a partir de los primeros 80 metros, está protegido por enormes pinos y el altísimo seto que bordea al campo de prácticas. También fuera de límites. A la derecha del green un gigantesco búnker con un talud de madera que puede llegar al metro y medio de altura…

Cuando uno termina la ronda, independientemente del grado de satisfacción - o frustración - atesorado, siempre tenemos el aliciente de probar el menú asturiano – pote o fabada de primero y cachopo de segundo - del restaurante, o coger el coche y en apenas cinco minutos observar la espectacular desembocadura del río Eo entre Castropol y Ribadeo o las puestas de sol en la playa de Las Catedrales.

“El campo era antes una finca de vacas para carne”, nos explica Pedro García, propietario de Castropol Golf, que además de los 9 hoyos incluye una preciosa casa rural, Casa Cachón, dotada de restaurante, cafetería, piscina cubierta y sauna.

“Yo era ingeniero en Duro Felguera y entre las horas del trabajo y la distancia que tenía que recorrer para ir y volver a Gijón, no podía dedicar el tiempo necesario a la finca; así que, animado por el boom del golf de los años noventa y el auge de las casas rurales, decidí emprender esta nueva aventura”, cuenta.

Pedro García no tuvo que mover tierra alguna para diseñar los nueve hoyos, “únicamente tuvimos que construir los greenes y los tees y, por supuesto, plantar centenares de pinos, álamos y algún que otro roble, así como bordear el perímetro del campo con setos de 2,5 metros de leylandis. Yo mismo diseñé las calles. Para hacer los greenes bajé a la Costa del Sol cuando estaban construyendo Alhaurín Golf, diseño de Seve Ballesteros. Allí pasé 4 o 5 días tomando notas de cómo se hacía un green”.

Durante casi una década entre tres personas, incluidos él mismo y su hijo Nacho, fueron plantando, segando, añadiendo detalles, hasta que en 2008 terminaron el campo.

“No podemos quejarnos del rendimiento que están dando tanto el campo como la casa rural o el restaurante”, nos dice Pedro. “A pesar de que lo abrimos en plena crisis, estamos satisfechos. La gente que nos visita, tanto golfistas como los turistas o los peregrinos que hacen la ruta, y se acercan a desayunar y jugar y se van contentos”

¿Se quejan los golfistas de la longitud de los hoyos emblemáticos, el siete y el nueve?, preguntamos. “No, en general encuentran el recorrido divertido. Las calles son anchas, el entorno es muy natural... Algunos se quejan del tamaño de los greenes. Más que el tamaño, la dificultad radica en que, al estar en alto, además del tamaño, se endurecen cuando no llueve mucho o pega el viento, lo que hace que los tiros con hierros o los approaches requieran de cierta precisión”.

En resumen, Castropol Golf es un aliciente para cualquier golfista que quiera poner a prueba todas las facetas de nuestro deporte: distancia con las maderas, precisión con los hierros, templanza en los greenes… y, dos retos al alcance de pocos: llegar con tres golpes al green del séptimo hoyo, par cinco, y de uno al green del noveno, par tres. De conseguirlo podrá presumir de haberlo hecho en los más largos del Principado de Asturias.

Por Eduardo Fernández

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