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Sergio García, por la mañana, y Jon Rahm, por la tarde, disfrutaron como niños en el recorrido de Portrush, a pesar de que el clima reinante fue bastante desesperante. Cuando no era la lluvia torrencial la protagonista lo era un viento huracanado… y entre tanto los jugadores luchando contra los elementos.

Como dijo Jon Rahm al término de los dieciocho hoyos “ha sido hasta divertido, estábamos todos venga a quitar y ponernos la chaqueta, el pantalón, el paraguas… en parte te hacía ir jugando golpe a golpe sin pensar en que estabas en el Open”.

No sé si al jugador de Borriol le habrá resultado tan divertido, lo que sí es cierto es que ha mostrado su mejor cara con cuatro birdies y un bogey. “Hacía viento y no era fácil -afirmó Sergio-, pero afortunadamente he cogido muchas calles y he pegado los hierros bastante bien”. Las previsiones climáticas para la segunda vuelta son similares, con lo que tocará sufrir de nuevo por turnos.

Quien no tenía previsto un arranque semejante, ni en el peor escenario imaginable, era Rory McIlroy. El norirlandés era el favorito de todos y no solo por ser un jugador local, sino porque por algo posee el récord de este campo con 61 golpes.

Pues la debacle llegó pronto: en el hoyo 1 firmó un doloroso cuádruple bogey del que no solo no se recuperó en todo el día, sino que remató con un triple bogey en el hoyo de cierre. Los dos birdies realizados supieron a poco al jugador y su +8 no permite ser muy optimista de cara al fin de semana.

Otro que ocupaba los primeros puestos de las apuestas, Tiger Woods, firmó un inverosímil +7 merced a una tarjeta plagada de errores en la que el único birdie del día fue totalmente insuficiente. Dos bazas que se caen en las apuestas y que dejan hueco para nombres que no veíamos hace mucho por la zona alta, como el de Lee Westwood (-3).

La nómina de jugadores hispanos dio mucho más de sí. Los debutantes Otaegui (+2) y Arnaus (+4) tendrán que remar mañana para sumar una vuelta en números rojos que les permita llegar al fin de semana. De todos modos, un debut en un Open Británico siempre se cobra su peaje de nerviosismo y dificultad para digerirlo, así que mañana es de esperar que logren centrarse desde el primer hoyo.

Rafa Cabrera es otro que firmó un +2 al final de la jornada y es que la inminente posibilidad de que su mujer dé a luz su primera hija es posible que le haga tener la cabeza en otro sitio. Aún así, el canario enmendó una primera vuelta de +4 y hasta terminó con birdie al 17 y 18 para dejarse las cosas más fáciles para mañana… salvo que esta noche suene el teléfono con la buena nueva.

Jorge Campillo, con más 5, es otro de los que va a tener que restarle golpes al campo y es que el extremeño se lamentaba de que “el resultado es peor de lo que he jugado. Con los sandwedges no he calculado bien los golpes, pasándome de green… a ver si hace buen tiempo y mañana hago por fin mi primera vuelta bajo par, que llevo cuatro Grandes y todavía no he hecho ninguna”.

El Pisha arrancaba con ilusión la primera jornada de su torneo número 700, pero el +11 final le aguó la fiesta: “No recuerdo cuándo fue la última vez que hice más de ochenta golpes. Ha sido un día extraño y cada vez que fallaba un golpe, se me quedaba injugable. No he dado buenos golpes de salida, no he estado fino en los greenes… y no he jugado bien. Es una pena porque venía con ganas, pero hoy no le he dado bien a la pelota”.

Por Nuria Pombo